TALLER DE TÉCNICAS DE INVESTIGACIÓN DEL MERCADO Y LAS AUDIENCIAS
2° Cuatrimestre 2011

lunes, 17 de octubre de 2011

Capítulo VIII: “Yo personaje y el pánico a la soledad”


Palabras claves: Auto-estilización imagética. Construcción subjetiva alter-dirigida. Personalidad =/= carácter. Mercado de personalidad. Conceder el aura perdida. Herramientas ficcionalizantes. Venganza contra la alienación. Show del yo.

Resumen:

En los confesionarios de internet la principal obra es un personaje llamado yo.
Se crea y recrea la propia personalidad. Autores = celebridades. Personajes calcados de los moldes mediáticos.
Existen herramientas para la creación de sí. = Auto-estilización.
El tópico actual: “Ahora cualquiera puede hacerlo”.  Su principal obra = su propia personalidad. Entendida como una “peculiar forma de ser impregnada de vestigios románticos”.
La personalidad es algo que se ve. Una subjetividad visible.
Construcción subjetiva alter-dirigida, orientada hacia los demás. =/= carácter intro-dirigido = orientado hacia sí mismo.
Mutación en las subjetividades modernas: desplazamiento del eje alrededor del cual se edifica lo que se es.  Carácter =/= personalidad. Esta transición del primero al segundo se da con el capitalismo.
Es una autopromoción y autoventa en un mercado de personalidades. El yo se cotiza. Es una subjetividad que desea ser amada.
“Bajo el imperio de las subjetividades alter-dirigidas , lo que se es debe verse y cada uno es lo que muestra de sí mismo.” Ese es el categórico hegemónico.
Espacios confesionales para crear bellas personalidades alter-dirigidas. Los sujetos necesitan la aprobación del otro. Los sujetos como autores. No son los objetos, como obras, los que necesitan la aprobación. Autores estilizados como personajes.
Relación social entre personas mediadas por imágenes. (Debord).
La presencia en la esfera de lo visible les otorga realidad. No es necesario que se los lea, basta con que se constate su existencia. Hacia allí apunta la función de los comentarios: confirmar la subjetividad del autor, que por ser alter-dirigida sólo se puede construir como tal frente al “espejo” del otro. Frente a la mirada ajena. El autor necesita ser reconocido como portador de una singularidad.
La obra es secundaria. Esta es una =/= con el artista del modernismo. En donde lo que importaba era lo que se hacia y no lo que se era.
Mostrarse en tiempo real, prescinde del trabajo silencioso y solitario de los tiempos áureos de las subjetividades intro-dirigidas.
Novela del modernismo: la narración hace bello y extraordinario lo narrado. Lo que importa es el “cómo”. Tiene una visión totalizadora y la búsqueda de un sentido a la vida. (Benjamin).
En la actualidad, parece que sólo existe lo que se ve en una pantalla (Tv, Pc). El mundo real es más real, si aparece en la pantalla. Ya no es necesario que la vida sea extraordinaria, ni que se narre bien. El lente de la cámara y el brillo de los reflectores, le dan consistencia a lo real. La parafernalia técnica de la visibilidad es capaz de concederle un aura a todo famoso. Lo importante es conquistar la visibilidad.
La celebridad se auto-legitima porque ella misma es el espectáculo. Los famosos son ovacionados por ser comunes.
Los autores se caracterizan por ficcionalizar su intimidad y exhibirla. Hay una sobre-exposición de la supuesta vida privada.
Hay un aumento de herramientas ficcionalizantes para autoconstruirse. Para ello, existe un catálogo de identidades en los medios. Se puede reciclar la personalidad alter-dirigida. Esta construcción de la propia imagen le da valor al mero hecho de exhibirse (reality show). Convertir nuestras vidas en películas.
El nacimiento de ello está en la cultura popular de EEUU, la cultura del entretenimiento, en la “basura cultural” (Adorno y Horkheimer). Principalmente en el cine que brindó los modelos para apropiarse. El sentido que proyectaba era: la importancia de las apariencias para lograr el efecto deseado. Se elabora una imagen de sí mismo para que sea vista y que logre su efecto. Se ejerce una presión sobre los cuerpos y las subjetividades.
No se interpreta un personaje, se expone en al pantalla la propia personalidad.
La idea de la difusión masiva de la propia imagen conforma “la sociedad del espectáculo”. Satisfacción de saberse mirados por todos aunque uno sea cualquiera.
Esta necesidad sería una venganza del ser humano contra la alienación técnica de la ciudad industrial. (Benjamin).
En la época del cine de oro la celebridad tenía una personaje público, un yo público y un yo privado. Hoy se extingue esa división. Es peor no ser famoso que ser famoso sin motivo.
Se construyen personajes de sí mismos. Lo que importa es mostrarse, que parezca un yo real. La obra es un accesorio, es un ornamento de la imagen propia.
Hasta la humillación se puede convertir en mercancía (Debord).
Existe un montaje del show del yo. Sueños de autoestilización imagética. A través del registro de todas las escenas.
Esto permite elegir el personaje que se quiere ser y mostrarlo. Incluso, cambiarlo cuando no conviene mantenerlo. Mercado de la apariencia.
Esto genera la idea de que: cambiando la apariencia se puede ser otra persona. (Programas en tv de cirugías o realitys que cambian los cuerpos).
La idea consiste en ajustar los cuerpos desajustados dentro de los parámetros de belleza hegemónicos que los propios medios masivos brindan.
El propio cuerpo es un objeto de diseño, es un campo de autocreación.
La obligación a ser distinto da origen al show del yo. La personalidad pasa a ser una marca.
La mayor existencia de recursos de espectacularización se genera: desorientar los controles de lo íntimo y mayor descrédito a la acción política.
La noción de intimidad deja de ser terreno del secreto y el pudor y pasa a ser el escenario para el show de la personalidad. De esta manera, se da forma al fetichismo de la personalidad (Marx).
Las subjetividades se convierten en clones empaquetados. Perfiles estandarizados y descartables. Los cuerpos y los modos de ser como mercancía. La personalidad como un fetiche: deseados y codiciados, comprados como novedades y desechados por obsoletos.
“Lo que se busca es algo que evoque la vieja aura perdida”.
“La autenticidad personal también habría expirado tras el desvanecimiento de la interioridad psicológica que hacía único a cada sujeto moderno”.
El aura personal se apagó con la cantidad de copias (Benjamin). La ansiedad actual estaría dada por transformarse en un personaje lo más aurático posible para atraer las miradas en el mercado de las personalidades.
En los confesionarios de Internet lo que se ve es que cualquiera puede ser un personaje atractivo mostrando su intimidad cotidiana.
La diferencia entre personas y personajes es la soledad. Los personajes no pueden estar solo, necesitan la mirada del otro (autor, lector, narrador).
La idea actual sería que si nadie nos ve, no fuimos o no existimos. Es la soledad la que nos separa de los personajes.
Las subjetividades se diseñan siguiendo los modelos de los medios.
La mirada es deseada como un afán de evasión de la propia intimidad y como una búsqueda de ahuyentar el fantasma de la soledad.
La sociedad actual es una sociedad narcisista, necesita ver su bella imagen reflejada en la mirada ajena. Esta forma de relacionarse con el otro desgarra los nudos sociales.
Habría que ver al otro como otro, no como un espejo para mirarse a sí mismo. Pues la tiranía del yo mata ensueño colectivo.